Como comente en otro relato, con mi familia, desembarcamos
en Longchamps, allá por 1970. Por entonces yo tenía 3 años y mis viejos debían encontrarme Colegio, ya que había
estado en un Jardín de Infantes a los 2 años, en Capital. Por ese entonces, no
era común hacer Jardín con 3 años y mucho menos en Longchamps.
Por esa época, la mayoría de los Colegios que tenían Jardín
de Infantes eran muy pocos y casi todos públicos. Pero mis viejos, eligieron
anotarme en el UNICO Colegio privado de la zona, el Jesús Maria.
Ya conté varias anécdotas sobre mi estadía en el Colegio y
quedarán muchas más, pero en este caso quiero recordar a unas personas muy
especiales que compartieron mi infancia en el Jesús Maria, ellas son: “las
maestras”, que me guiaron durante 9 años.
Voy a hacer un repaso cronológico, con distintas pinceladas
de anécdotas que me han quedado grabadas para siempre. Sepan disculpar si
incurro en algún error, que otro recuerde otra forma, pero así lo recuerdo yo.
También quiero agradecer a Paula Velixan, por ayudarme con algunos nombres y
momentos, ¡Gracias Pau!
Comenzamos por Jardín de Infantes.
El primer día de la salita de cuatro años, yo no quería
entrar, como nos paso a todos, hasta que vi a la Seño Elena, que me vino a
buscar. La Seño Elena, una morocha, muy jovencita, de pelo largo con un tipo de
rodete en la cabeza y con los ojos bien delineados. Una belleza. Fue de la
única maestra de la que me enamore, jajaja. Al día de hoy, sigue usando el mismo
peinado y el pelo negro largo, con la misma frescura.
En la salita de 5 años (por ese entonces no había colores en
las salitas, como ahora, ó por lo menos no lo recuerdo) tuvimos un doblete de
Seños, las Gracielas, ya Seños grandes. No tengo muchas imágenes de ellas, si
recuerdo que eran dos.
En primaria, tuvimos la suerte de tener en primero, segundo y cuarto grado a la Seño
Amanda.
Amanda, una gloria de maestra. Una MAESTRA en MAYUSCULAS. No
solo fue nuestra primer maestra sino la mejor maestra que tuvimos en primaria,
esto último con el consenso de todos los que están leyendo seguramente.
Tengo muchos recuerdos del paso de Amanda por eso tres años,
pero voy a citar dos importantes para mí. El primero fue su casamiento. En
segundo grado, si no me equivoco, la Seño Amanda decide casarse. Lo hizo, si
mal no recuerdo, en la Iglesia de Burzaco, frente a la plaza, y nosotros fuimos
vestidos con el uniforme y con una rosa cada uno y le hicimos un cortejo cuando
salía. Estaba preciosa y lloraba como loca. Odiábamos con todo nuestro corazón
a esa persona que nos había arrebatado por un tiempo a nuestra Seño preferida
que la segunda anécdota, yo lo adjudico a ese odio que sentíamos ya que en la
luna de miel, Amanda se fracturo la pierna y volvió enyesada, y así estuvo un
tiempo largo. Obviamente, lo que comento del odio es un chiste.
Me dejo una anécdota con la Seño Amanda, sobre el último día
de clases en Cuarto Grado con los padres, que será otro relato.
En tercer y quinto grado tuvimos a la Seño Susana, con la
que estoy en la foto. ¡Gran Maestra! Recuerdo que en quinto grado solo un
tiempo con nosotros, ya que también decidió casarse. Por esa razón, ese quinto
grado tuvimos varias suplentes, y la que más recuerdo (aunque muchos me dicen
que no fue así) es a Nora Perez. Una maestra MUY estricta que gritaba todo el
tiempo. Yo juro que la tuvimos.

Sé que muchos quizá no coinciden con lo que escribo, pero
para mí, la Seño Herminia, fue grandiosa, comparable con Amanda. Debo
agradecerle muchas cosas como por ejemplo, no faltar NUNCA, su estricta
disciplina, que yo no tenga prácticamente faltas de ortografía, el libro “La
Palabra y Su Mundo”, un hermoso viaje de egresados, entre otros hermosos
recuerdos. ¡Una GROSA!
Pero además de Seños de grado tuvimos maestro en disciplinas
específicas.
En Música, tuvimos desde Jardín hasta tercer grado a la Seño
Blanca y desde cuarto a séptimo a Don Lucho. Un profe Lucho tocaba el órgano en
la Iglesia y nos sentaba a los chicos lejos porque éramos un desastre cantando.
Siempre hacia cantar a las chicas primero y después a nosotros y nosotros pasábamos
vergüenza. A Don Lucho debo agradecerle no olvidar la letra de “Granada”
¡Mamita, la cantábamos todos los días! Jajaja.
En Gimnasia, los varones tuvimos al profe Torres, el hijo de
Dorita, la peluquera donde iba mi mamá. Un gran profe muy competitivo. En esa
época había una competencia interescolar de gimnasia que el Colegio ganaba
siempre, gracias a Torres, entre otros.
En Plástica tuvimos a Lidia Pianciatelli, que nos hacia
pintar mucho y privilegiaba a las chicas que estudiaban particular con ella, que daba clases cerca de
la escuela, como era el caso de Marcela y Claudia, jajajaja.
Por último, tuvimos una maestra de Actividades Practicas,
que no recuerdo su nombre, pero sí recuerdo que nos hacia hacer cuadros con
clavos y con tejidos. Hicimos un par, ¿Se acuerdan?
Una más buenas, otras menos. Unas mas lindas, otras no tanto.
Unas más estrictas, otras más dulces. Pero todas, ABSOLUTAMENTE TODAS, me
guiaron, me encaminaron, me enseñaron, me educaron. Están y estarán siempre en mi recuerdo y en mi
admiración, por algo son imborrables de mi memoria.
Este es mi humilde pero afectuosísimo homenaje a cada uno de
ellos, por todo lo que me dieron.
A todos ¡GRACIAS!
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