viernes, 23 de mayo de 2014

Claudia y yo! Inseparables



Toda mi vida fui una "colgada", llegue tarde a todos lados, súper impuntual y muy distraída. Mi vida en el Jesús Maria no fue la excepción, me dio muchos lindos momentos y algunos no tanto, pero lo que si me dio, y por ello le estaré eternamente agradecida, es la de haber tenido la posibilidad de conocer a una persona muy especial para mi, mi amiga del alma Claudia Damonte.
Con Claudia hicimos todo el jardín y la primaria juntas. Vivíamos a 3 cuadras de distancia. Éramos inseparables. Nos sentábamos juntas, jugábamos juntas, nos peleábamos juntas, en fin todo en dúo. Allí nació lo que al día de hoy continua, una amistad inquebrantable que, a pesar de las distancia de donde vivimos actualmente, seguimos manteniendo.
Si debo confesar que no éramos precisamente dos princesitas que se portaban del todo bien, al contrario, éramos muy traviesas, no con maldad, pero si incorregibles.


Para que se den una idea, les cuento esta pequeña anécdota.
Cursábamos 3er grado, allá por el año 1975, teníamos apenas 8 años. Como dije siempre hacíamos todo juntas, por lo que por esa época teníamos el pelo largo, recogido o con colita. Pero nosotras lo usábamos así, tirado para adelante y arreglado con hebillas para que no se vuelva para atrás, así que imagine el flor de flequillo que teníamos.
Un día, en el segundo recreo, salimos como siempre, a jugar. Debajo de la escalera que comunicaba con el primer piso, al lado de la dirección había una puerta que se usaba como lugar para guardar cosas de mantenimiento. Nosotras empezamos a jugar a la escondida y decidimos escondernos allí, si, ¡JUNTAS!
Todo iba bien, ya que ninguno de los chicos nos encontraba, pero en eso el recreo termino y nosotras decidimos quedarnos allí.
Al instante empezamos a ver un desfile de maestras, junto a la Directora YAYA y la Vice Miguelina, buscándonos por todos lados. Nosotras nos matábamos de risa, viendo desde un pequeño orificio que estaba en la puerta de madera. Veíamos como las maestras (la nuestra inclusive) estaban desesperadas buscándonos. Pensaban que nos habían secuestrado de la escuela. Estaban espantadas. Aun hoy recuerdo la cara de la Directora temiendo lo peor.
Pasaron más de 20 minutos, buscaron por todos lados, hasta que, ya casi como última opción y casi desanimadas, un grupo de maestras y la directora intentaron abrir la puerta de madera donde estábamos.
Al abrirla, no se nos ocurrió mejor idea que gritarle BUUUUHHHH!!!!! Con el flequillo largo y matándonos de risa.
Nos llevaron, automáticamente, a la dirección, que estaba al lado, por poco de las orejas, firmamos el temible Cuaderno de Disciplinas y nos pusieron en penitencia. Sumado a esto, le mandaron una nota a mis viejos, que por supuesto casi me matan y también ligue una penitencia de no poder ir a jugar con Claudia ¡No se imaginan como nos reíamos las dos mientras estábamos escondidas y veíamos a todas las maestras buscándonos desesperadas por todos lados!
Esta fue una historia divertida para nosotras, pero seguramente, terrible para las maestras y directoras, pero les da una idea a todos de lo unida que fuimos con Claudia en aquel periodo.
El Jesús Maria nos unió y la vida nos hizo inseparables. Yo no tuve hermanos de sangre pero si tengo una hermana que pude elegir y elijo desde entonces. Gracias Jesús Maria por eso.
Claudia gracias por estar ahí conmigo en todos los momentos buenos y no tan buenos de mi vida. ¡Te quiero mucho!

Dra. Marcela Robledo


Marcela, discúlpame que me sume a tu historia pero quería sumar a la misma, un recuerdo que tengo que certifica lo unidas que eran.
En 5° grado, se hizo un concurso, en la clase de dibujo, donde debíamos dibujar cosas naturales. En mi caso, con la ayuda de mi tía, dibuje "Un día en una plaza", que, después de pintarla con tempera, quedo una cosa toda verde muy fea.
Pero Uds., recuerdo que iban a dibujo particular, si no me equivoco a una profesora en frente de la estación, y dibujaban perfecto. Ambas, como era siempre, dibujaron una "Rosa", cada una. Las dos rosas eran exactamente iguales y cuando las pintaron, quedaron hermosas. Eran muy buenas en dibujo y siempre tenían 10, pero creo que nada supero a esas rosas.
Este recuerdo es sencillo pero las pinta de pies a cabeza, y certifica lo unidas que son Uds. Sigan así. Las quiero

Ing. Hector Alcar


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