Toda mi vida fui una "colgada", llegue tarde
a todos lados, súper impuntual y muy distraída. Mi vida en el Jesús Maria no
fue la excepción, me dio muchos lindos momentos y algunos no tanto, pero lo que
si me dio, y por ello le estaré eternamente agradecida, es la de haber tenido
la posibilidad de conocer a una persona muy especial para mi, mi amiga del alma
Claudia Damonte.
Si debo confesar que no éramos precisamente dos
princesitas que se portaban del todo bien, al contrario, éramos muy traviesas,
no con maldad, pero si incorregibles.
Para que se den una idea, les cuento esta pequeña
anécdota.
Cursábamos 3er grado, allá por el año 1975, teníamos
apenas 8 años. Como dije siempre hacíamos todo juntas, por lo que por esa época
teníamos el pelo largo, recogido o con colita. Pero nosotras lo usábamos así,
tirado para adelante y arreglado con hebillas para que no se vuelva para atrás,
así que imagine el flor de flequillo que teníamos.
Un día, en el segundo recreo, salimos como siempre, a
jugar. Debajo de la escalera que comunicaba con el primer piso, al lado de la
dirección había una puerta que se usaba como lugar para guardar cosas de
mantenimiento. Nosotras empezamos a jugar a la escondida y decidimos
escondernos allí, si, ¡JUNTAS!
Todo iba bien, ya que ninguno de los chicos nos
encontraba, pero en eso el recreo termino y nosotras decidimos quedarnos allí.
Al instante empezamos a ver un desfile de maestras,
junto a la Directora YAYA y la Vice Miguelina, buscándonos por todos lados.
Nosotras nos matábamos de risa, viendo desde un pequeño orificio que estaba en
la puerta de madera. Veíamos como las maestras (la nuestra inclusive) estaban
desesperadas buscándonos. Pensaban que nos habían secuestrado de la escuela.
Estaban espantadas. Aun hoy recuerdo la cara de la Directora temiendo lo peor.
Pasaron más de 20 minutos, buscaron por todos lados,
hasta que, ya casi como última opción y casi desanimadas, un grupo de maestras
y la directora intentaron abrir la puerta de madera donde estábamos.
Al abrirla, no se nos ocurrió mejor idea que gritarle
BUUUUHHHH!!!!! Con el flequillo largo y matándonos de risa.
Nos llevaron, automáticamente, a la dirección, que
estaba al lado, por poco de las orejas, firmamos el temible Cuaderno de
Disciplinas y nos pusieron en penitencia. Sumado a esto, le mandaron una nota a
mis viejos, que por supuesto casi me matan y también ligue una penitencia de no
poder ir a jugar con Claudia ¡No se imaginan como nos reíamos las dos mientras
estábamos escondidas y veíamos a todas las maestras buscándonos desesperadas
por todos lados!
Esta fue una historia divertida para nosotras, pero
seguramente, terrible para las maestras y directoras, pero les da una idea a
todos de lo unida que fuimos con Claudia en aquel periodo.
El Jesús Maria nos unió y la vida nos hizo
inseparables. Yo no tuve hermanos de sangre pero si tengo una hermana que pude
elegir y elijo desde entonces. Gracias Jesús Maria por eso.
Claudia gracias por estar ahí conmigo en todos los
momentos buenos y no tan buenos de mi vida. ¡Te quiero mucho!
Dra. Marcela Robledo
Marcela, discúlpame que me sume a tu historia pero
quería sumar a la misma, un recuerdo que tengo que certifica lo unidas que
eran.
En 5° grado, se hizo un concurso, en la clase de
dibujo, donde debíamos dibujar cosas naturales. En mi caso, con la ayuda de mi
tía, dibuje "Un día en una plaza", que, después de pintarla con
tempera, quedo una cosa toda verde muy fea.
Pero Uds., recuerdo que iban a dibujo particular, si
no me equivoco a una profesora en frente de la estación, y dibujaban perfecto.
Ambas, como era siempre, dibujaron una "Rosa", cada una. Las dos
rosas eran exactamente iguales y cuando las pintaron, quedaron hermosas. Eran
muy buenas en dibujo y siempre tenían 10, pero creo que nada supero a esas
rosas.
Este recuerdo es sencillo pero las pinta de pies a
cabeza, y certifica lo unidas que son Uds. Sigan así. Las quiero
Ing. Hector Alcar
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