Con mi vieja en el Patio Descubierto (adviertan los bancos alrededor de los arboles, al fondo se ve, apenas, el kiosco)
Uno de los momentos más lindos que existe en el período que uno
cursa la primaria, son los “Recreos”.
En mi caso, en el
Jesús Maria, había tres recreos que todos pudimos disfrutar. Si mal no
recuerdo, los dos primeros recreos eran de 10 minutos y el tercero, era más
largo, de 15 o 20 minutos.
Para que todos
tengan una visión geográfica interna del colegio, los patios que utilizábamos
para los recreos eran dos, uno cubierto y otro al aire libre. Este último,
tenía cuatro arboles, rodeados de bancos de material, de color gris. Las
paredes eran blancas, los baños, de nenas y de nenes, estaban, si uno
entraba al patio desde el pasillo principal, en una esquina, a la derecha.
Seguido a los baños, estaban la sala de maestros y después, la cocina. Más al
fondo, al lado de un bebedero, estaba el kiosquito que atendía Doña Juanita, una
grosa, con un carácter muy particular. Juanita, exigía que hagamos cola para
ser atendidos, sino no te daba bolilla. Allí podíamos comprar, galletitas
Manon, Colegiales, pequeñas bananitas de chocolates, gallinitas con jugo
adentro y, lo que si me acuerdo, es de los jugos de naranja en envases en forma
de la fruta, de plástico trasparente con un pico para poder tomar. Envase que
se trasformaba automáticamente en una pelota para jugar.
Los bancos que
rodeaban los arboles, se transformaban en canchas de “chupi” de figuritas para
los varones, en cuestión de segundos, dependiendo si ese año salían alguna
colección de figuritas importante, generalmente de futbol.
En este patio, para
quinto año, se hizo un escenario de ladrillos, que usábamos para los actos. Pero
este tema, ira en otro relato.
El patio cubierto,
que hoy en día es mucho más grande del que supimos disfrutar, está en la
entrada principal de la escuela. Si uno entraba por la puerta principal, a
ambos lados de la misma están dos escaleras gigantes (gigantes en mi recuerdo)
que nos llevaban a las aulas del primer piso. Debajo de una de las escaleras,
la de la derecha, estaba la dirección, lugar donde te ponían en la puerta
cuando te portabas mal para que todos vean que habías hecho algo malo. Yo
estuve una sola vez en esa situación y la vergüenza fue enorme.
Este patio tenía un
piso muy particular. Era un contra piso que estaba como seccionado, por
rectángulos grandes. Estos rectángulos se convertían en canchas, ya sea para
jugar a las bolitas con el famoso “OPI”, ó a las figuritas, con el famoso
“Mide-Revol”.
¡En los recreos no
se podía correr! Por eso no podíamos jugar a “La Mancha”, “La Escondida” o al
“Poli-ladrón”, salvo que estemos solos en el recreo ó en una hora libre. Al que
corría, las maestras te ponían en la pared del patio descubierto y te perdías
el recreo.
Por eso los chicos
jugábamos a las bolitas ó las figuritas y las chicas, jugaban al elástico ó a
saltar la soga. Un juego unisex, era los torneos de “Payana”.
Con las figuritas
tengo una anécdota:
Una vez, en sexto
grado, mi viejo me compro una caja llena de sobres de figuritas de jugadores de
futbol. Tenía como 500 de las cuales 400 eran repetidas. Se me ocurre llevar
unas 200 figuritas redondas para jugar al “Chupi” ó al “Mide-Revol” ó
cambiarlas por alguna que no tenía. Estábamos en el recreo y yo estaba parado
en el patio cubierto tratando de contar el “pilón” de figuritas que tenía.
(Comentario: Tomen conciencia de las manos pequeñas que tenía en ese momento y
el “pilón” de 100 o 200 figuritas).
Estaba en eso,
cuando nuestro compañero Gustavo Pozo, se sube a una de las escaleras, que
comente anteriormente, y grita para abajo “tiro a la marchanta una figurita”
(era la difícil de ese álbum). Se juntaron muchos debajo de la escalera y Pozo
la tiró. Con tan mala suerte para mi que la figurita revoleada, voló y cayo
directamente sobre mi brazo, mientras yo seguía contando las mías. La sorpresa
fue tan grande que ni me di cuenta que los 40 ó 50 “desesperados” se me
vinieron encima y me tiraron al suelo. Obviamente las 200 figuritas mías
volaron por el aire y las perdí todas…No sabía si llorar, reírme o explotar de
bronca…jajaja! Cada vez que me acuerdo me río solo.
Quizá me paso eso
porque unos años antes había hecho una maldad. En tercer grado, había figuritas
de futbol, pero de chapa. ¡Sí, yo jugué con figuritas de chapa! El tema es que
las figuritas que teníamos repetidas y que usábamos para “pagar” cuando
perdíamos al “Mide-Revol” o al “Espejito”, las limábamos contra el piso para
que tengan “filo” y cuando las usen para jugar al “Mide-Revol” se cortaran los
dedos. Jajaj Una maldad que todos la hacíamos…
Tengo muchos recuerdos
de los recreos. Eran momento de alegría, de divertimento y de felicidad. Por lo
menos así los recuerdo yo. Fueron felices momentos que hemos disfrutado juntos…¡Como
amigos! Gracias por eso
Ing. Héctor L. Alcar
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