Toda mi vida fui una "colgada", llegue tarde
a todos lados, súper impuntual y muy distraída. Mi vida en el Jesús Maria no
fue la excepción, me dio muchos lindos momentos y algunos no tanto, pero lo que
si me dio, y por ello le estaré eternamente agradecida, es la de haber tenido
la posibilidad de conocer a una persona muy especial para mi, mi amiga del alma
Claudia Damonte.
Si debo confesar que no éramos precisamente dos
princesitas que se portaban del todo bien, al contrario, éramos muy traviesas,
no con maldad, pero si incorregibles.